lunes, agosto 30, 2004

¿Cualquier acción es una protesta?

Es inútil alimentarse de tanta utopía y tanto sueño.Es inútil perseguir el remedio infalible (que en realidad no existe pero nadie se atreve a confesar este vacío de esperanzas vanas), querer arreglar el mundo desde el confort de una butaca desgastada y la luz tenue. Me repito a mí misma a modo de mantra: Cualquier acción es una protesta, cualquier acción es una protesta, cualquier acción es una...mierda. ¿Por qué asociar acción con protesta?¿Qué sucede con la no-acción?¿Acaso la indiferencia no es una forma de protesta tan válida como la acción?
Trato de buscarle los tres pies al gato, medito sobre la afirmación de que cualquier acción es una protesta. Intento descubrir todas las posibles trampas que tiende el lenguaje sobre esta reflexión.Probemos con las variantes posibles: UNA acción es una protesta (demasiado categórica y rotunda esta afirmación), TODA acción es una protesta (demasiado generalizadora), LA acción es una protesta (suena a algo indeterminado, vago...), NINGUNA acción es una protesta (contiene el ideal de quietud que tanto añoro, la rebelión que nace del silencio, de la indiferencia que nos suscita una cosa que nos desagrada y queremos cambiar).Pero lo curioso de todo esto es que el acento de la frase está colocado encima del CUALQUIER: Cualquier acción es una protesta.Este cualquier generaliza, indetermina la acción y a la vez cae sentencioso y con rotundidad sobre el contenido de la frase. Este CUALQUIER engloba a UNA, TODA y a LA acción, siendo la palabra exacta para crear esta sensación de vaguedad y moraleja que desprende la afirnación...

Otra vez las perras-palabras...¡rajá, traidoras!, ¡rajá de mi cabeza!, ¡Largo de aquí!


domingo, agosto 29, 2004

No estamos solos

Sé, por que me lo han dicho, que algunos de mis amigos andan pasando una época estival casi tan buena como la mía, es decir, se retuercen en una extraña depresión veraniega propiciado por el exceso de tiempo libre y calor que reblandece cuerpo y mente. Yo también me siento un tanto abatida y desganada. Lo curioso, es que no tenemos el valor suficiente de mirarnos a los ojos y decirnos que estamos mal. En vez de afrontar este malestar, respondemos con un "bien, gracias" o un "voy tirando" impersonal hasta la médula y somos incapaces de admitir (ya sea por la elevada privacidad de estos sentimientos depresivos o por no querer mostrar nuestras fragilidades a los ojos de los demás) que hemos tocado fondo, o casi, que cuando estamos en un balcón demasiado alto sentimos el irreprimible y terrorífico impulso de lanzarnos al vacío sin red ni esperanza alguna. Pero supongo que es inevitable que crezcan estos muros entre nosotros (las distancias restan confianza, los silencios suplidos con palabras huecas de contenido o transcendentalidad, esas cositas tan oscuras,...). De todas formas, aunque no nos lo hayamos confesado en tono trágico o secreto, sabemos que los demás no están mejor que nosotros y eso ya es una ayuda. Pero no es una ayuda en el sentido de alegrarse de la desgracia ajena y relativizar nuestra situación, constituye una ayuda en el sentido de saber que hay alguien que sufre y necesita de tu ayuda y tu apoyo (aunque sea secretamente, anónimamente).El hecho de sentir que puedes hacer algo por esa otra persona, cuya situación no es mejor que la tuya aunque sea de una forma distinta, ya sirve para saber que tarde o temprano pasará la tempestad propia y la ajena y que es ayudando al prójimo como uno se puede ayudar a sí mismo.



Soledades

Uno de los grandes terrores de la humanidad es la soledad. En el fondo, somos tan necios... vivimos imersos en una falsa ilusión de compañía, creemos que formando parte de un colectivo garantizaremos nuestra salvación. Necesitamos, por que no puede ser de otra manera, sentirnos rodeados de otros ojos (aunque ciegos)y otras voces (aunque vacías)que miren y hablen y generen esa sensación de bienestar que proporciona saber que no estamos tan aislados. Yo me pregunto ¿Cómo sería una vida vivida en la más absoluta soledad? Supongo que la respuesta caerá en las garras de la relatividad y alguien me dirá que, si nunca has conocido la presencia de otros,no debe ser tan terrible vivir solo. Pero, como animales pensantes que somos, siempre está ese extraño instinto social que nos empuja a descargar sobre una mente ajena nuestros afectos, nuestros fantasmas, nuestros tesoros secretos, todas las inquietudes que nos asaltan, toda esa masa de sentimientos que si se guardan demasiado dentro acaban por hacerle explotar a uno. Pero, dejando a un lado toda esta reflexión sobre la naturaleza de la soledad, hay que distinguir de forma clara entre los que saben vivir en paz con su soledad y los que la temen con toda su alma. Desde luego, creo que el primer grupo de solitarios está formado por una ínfima minoría de personas. Pocos pueden decir "soy feliz cuando estoy solo". Los que pueden afirmar semejante felicidad son muy afortunados por que ello indica que se han descubierto a si mismos y pueden dialogar con sus ideas sin necesidad de intermediario o receptor externo alguno. Llegar a este estado en el que uno es capaz de mirarse con ojos sinceros y gastar sin mala conciencia su valioso tiempo en pensarse, hablarse o contemplarse por el puro placer de estar consigo mismo, llegados a este punto del camino se abre ante la persona otra dimensión de su naturaleza y del mundo que se supone que existe más allá de su cuerpo.
Así que, todos los que temen la soledad deberían tomar nota de los individuos dichosos que viven con plenitud y alegría estos maravillosos momentos de estar a solas con uno mismo.

sábado, agosto 28, 2004

Hablando con Alejandra Pizarnik

Allá va un diálogo imposible extraído de Prosa completa de Alejandra Pizarnik:

DIÁLOGOS

-Esa de negro que sonríe desde la pequeña ventana del tranvía se asemeja a Mme. Lamort -dijo.
-No es posible, pues en París no hay tranvías. Además, esa de negro del tranvía en nada se asemeja a Mme.
Lamort. Todo lo contrario: es Mme. Lamort quien se asemeja a esa de negro. Resumiendo:no sólo no hay tranvías en París, sino que nunca en mi vida he visto a Mme. Lamort, ni siquiera en retrato.
-Usted coincide conmigo -dijo- porque tampoco yo conozco a Mme. Lamort.
-¿Quién es usted? Deberíamos presentarnos.
-Mme. Lamort -dijo-. ¿Y usted?
-Mme. Lamort.
-Su nombre no deja de recordarme algo -dijo.
-Trate de recordar antes que llegue el tranvía.
-Pero si acaba de decir que no hay tranvías en París -dijo.
-No los había cuando lo dije pero nunca se sabe qué va a pasar.
-Entonces esperémoslo puesto que lo estamos esperando -dijo.

Es sorprendente el talento de esta chica, ¡qué fenómeno literario!

A quién le interese, dejo un breve apunte biográfico sobre Alejandra Pizarnik:

Poeta nacida en Buenos Aires, el 29 de Abril de 1936, en una familia de inmigrantes judíos de Europa Oriental. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires y, psoteriormente, estudió pintura con Juan Batlle Planas. Entre 1960 y 1964, Pizarnik vivió en París donde trabajó para la revista -Cuadernos- y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona.En la capital francesa entabló amistad ccon André Pieyre de Mandiargues, Octavio Paz, Julio Cortázar y Rosa Chacel. Luego de su retorno a Buenos Aires, Pizarnik publicó tres de sus principales volúmenes, Los trabajos y las noches, Extracción de la piedra de locura y El infierno musical, así como su trabajo en prosa La condesa sangrienta. En 1969 recibió una beca Guggenheim, y en 1971 una Fullbright. El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica psiquiátrica donde estaba internada, Pizarnik se suicidó con una sobrebredosis de seconal.

viernes, agosto 27, 2004

Una de cuchillos

Una noticia curiosa:

Italia.- Se prohibe la venta de cuchillos en Nápoles para reducir crímenes
ROMA, 25 Ago. (de la corresponsal de EUROPA PRESS, C. Giles) -
El prefecto de Nápoles (sur de Italia), Renato Profili, ha emitido una orden por la que se prohíbe vender cuchillos en la ciudad de Nápoles como medida para evitar el aumento de los crímenes por arma blanca.
Profili ha tomado esta medida, que se extiende a un radio de 60 kilómetros de la ciudad y que durará hasta finales de año, después del enésimo apuñalamiento, en esta ocasión de dos jóvenes, Fabio Nunneri, de 20 años y Francesco Estaticode 19, durante una pelea.
La prohibición que entró hoy en vigor engloba "objetos afilados que puedan ser usados para agredir a una persona", por lo que se incluirían todos los tipos de navajas y cuchillos, incluidos los de cocina.
La orden del prefecto ha sido acogida con satisfacción por la alcaldesa de Nápoles, Rosa Russo Jervolino, que ha comentado que "había llegado la hora de tomar una decisión de este tipo", visto la facilidad con la que se pueden comprar navajas y cuchillos, ya que incluso existe una revista coleccionable que los regala".
La drástica medida ha sido ya criticada por los comerciantes ya que puede crearles un daño económico, y dudan de su aplicación ya que no es posible que se dejen de vender cuchillos de cocina.


Ha llegado por fin el día, la humanidad se ha vuelto loca...

jueves, agosto 26, 2004

Música urbana

Uno no puede andar por la ciudad sin haberla escuchado antes. Basta con pararse en cualquier cruce, cerrar los ojos y abrir las orejas. Basta con sentir algo así como un túnel oscuro pegado a cada lado de la cabeza, imaginar que los autos que cruzan la autopista a nuestra espalda son meteoritos que caen fugaces atravesando el cielo, dejan de ser chatarra veloz para transformarse en un viento sordo y grave que hace vibrar nuestros cartílagos. A estas alturas y después de tanta fantasía, los túneles auditivos se han ensanchado de tal manera que a nuestra cabeza no le queda más remedio que dejar de existir y lo mismo con el resto del cuerpo. En realidad, cuando uno escucha a la ciudad con atención deja de ser un tronco con extremidades, unos ojos o unos pelos en los brazos, ya no se puede ser una nariz o un dedo índice; el sonido de la ciudad anula todo aquello que no se llama oreja. Y, es entonces cuando se empieza a oír todos los teléfonos del mundo sonando sucesivamente y el estruendo es tan escandaloso que uno no puede evitar caer en las paradojas propias de la comunicación: miles de personas se comunican a trevés de estos aparatitos que invaden el espacio sonoro y hacen que sea imposible comunicarse de viva voz. La comunicación que produce incomunicación, pero esto es ya otro tema. Yo aún sigo aquí, totalmente quieta y sin ojos ni dedo índice ni piel capaz de captar esta ciudad. Sólo las orejas abiertas de par en par y entonces, unas voces que se acercan. Él dice algo que no comprendo y ella, con voz de ángel e intención de diablo, le responde que este final era inevitable, él protesta y enciende un cigarro, ella no dice nada y él sigue protestando. No puede ser, ¿cómo voy a vivir sin tí?, ella no dice nada porque no sabe la respuesta a esa pregunta, ¿cómo va a vivir sin él? piensa ella tan alto que casi le oigo las ideas.Vivirás sin mí, atina a decir con la voz ya entrecortada por una lágrima que se atascó haciendo un nudo en la garganta. Pero, díme ¿Cómo podré vivir sin tí? insiste él y entonces una moto que pasa cubriendo con su rastro de motor el triste silencio de ella. La pareja sigue su paseo final y se aleja y empieza una película muda en la televisión de algún vecino. Se oye la pianola que cruje, unos bocinazos intermitentes precedidos por risas de lata , unos pasos y un portazo, más pianola en sepia y publicidad. El volumen del aparato sucumbre a la sirena de una ambulancia apresurada y su canto de muertos se estira en el espacio cambiando el tono de forma degradada hasta difuminarse en la lejanía y ceder territorio a un falso silencio que se desmonta al maullar dos gatos. Abro los ojos y sé que soy algo más que dos túneles que vibran y se ensanchan, soy un dedo índice, unos pelos en los brazos, una nariz que sostiene dos párpados abiertos , un corazón que late furioso para sepultar la voz de esta ciudad entre la vida y mi silencio.

miércoles, agosto 25, 2004

Divagante

Creo que tengo un serio problema, carezco de pensamiento concreto. Y no afirmo esto gratuitamente, lo he comrpobado durante largo tiempo y en el 100% de los casos mi teoría funciona. Pienso mucho a lo largo de una jornada, pienso mucho y pienso mal. Bien, supongo que habré de resignarme a esa densa neblina que inunda la totalidad de mis pensamientos, esa masa de ideas locas en constante movimiento, siempre cambiantes y escurridizas como anguilas del demonio. Y pensar de esta forma supone un reto para mi supervivencia porque el no poder concretar mis ideas (que la mayoría de las veces escapan del ámbito de la palabra para refugiarse en interregnos de sueño y aguas profundas) me produce cierta angustia ante situaciones en las que sería óptimo hacerlo. A veces siento que soy incapaz de mantener una charla decente con alguien (conocido o desconocido) porque puedo exponer ceirtas ideas pero no argumentarlas, porque hay ciertas cosas que no tienen cabida en esa conversación o en ninguna, porque todo lo que digo o podría decir me suena a marciano.
Esta manera de dsicernir también afecta a mi manera de escribir. He comprobado que me cuesta horrores concretar un lugar, un tiempo, unos personajes que no parezcan de cartón, una situación que no esté demasiado desgastada, unos sentimientos que no parezcan rígidos o desprovistos de vida cuando los volco sobre el papel. Mi sueño (que espero poder realizar algún día)... veis, lo que decía, ya no recuerdo cuál era mi sueño...siempre esta maldita gelatina en mi cabeza.
Supongo que esto que yo describo como mi gran defecto, mi tendencia divagante y poco cconcretadora, es lo que me impulsa a escribir sobre el papel cualquier idea que asoma bajo mi pelo. El siguiente paso es aprender a desarrollar estas ideas, darles forma y volumen para que el día de mañana puedan formar parte de un libro o algo así.

Otro día hablaré sobre el concepto de libro, objeto curioso donde los haya.


Divagante

Andaba yo releyendo el último post que colgué (mmm...creo que me pasé de trasncendental!) y me ha venido a la cabeza una frase que leí ayer en un libro que hojeé en casa de un amigo. Decía algo así como: "vive un solo día a la vez". Era un libro escrito por un monje budista (no recuerdo su nombre) que trataba sobre el poder de la mente y del cuerpo para sanar (entendiendo la enfermedad como cualquier factor físico o psíquico que perturbe la paz de la persona). "Vive un solo día a la vez", no podemos vivir pensando en el pasado y en el futuro además de en el presente. No vale la pena cargar con el lastre de la memoria o el de la incertidumbre, a partir de ahora trataré de vivir un solo día a la vez.

Enlazando con lo dicho pero sin que tenga demasiado en común, acaba de llamarme la atención un detalle de lo último que dije. Cuatro palabras: "no vale la pena". Me ha llamado la atención porque he reconocido en mí una tendencia a decir siempre que "no vale la pena" esto o lo otro. Pero no lo digo en un sentido despectivo de la expresión, no pretendo juzgar sobre el valor de las cosas. Simplemente hago esta observación porque con el tiempo he aprendido a relativizar y considero que es un ejercicio fantástico. Cuando me enfado, cuando odio, cuando quiero y no puede ser, cuando soy egoísta, cuando me traicionan, cuando alguien ha jugado sucio conmigo... me ayuda pensar que no vale la pena nada de esto. Para mí, es una medicina fantástica el hecho de quitarle valor a ciertas csoas, gestos o palabras que pdorían herirme o herir a alguien. Lo recomiendo, cada vez que os sentís atrapados en sentimientos turbios preguntaros ¿Merece la pena sentirme así por esto? Ya veréis como funciona, la respuesta siempre es no, no merece mi pena.


domingo, agosto 22, 2004

meditaciones zen

Del budismo, entre otras cosas, he aprendido a no sentir apego por las personas o los objetos. Basta con ser objetivo y ver a las personas u objetos que son fuentes de nuestro deseo como lo que son. No vale añadir a las cosas un valor suplementario que, en realidad, existe sólo dentro de nuestra cabeza. No está permitido fantasear con los objetos de deseo y transfigurarlos tal y como nos gustaría que fueran, que sintieran, que se comportaran o que existieran. Hay que aprender a desear de nuevo, sin crearnos expectativas falsas o generar dependencia hacia el objeto o ser deseado.Necesitamos desandar el camino que nos guía hasta la codicia y el amor egoísta y aprender a amar por amar sin esperar nada a cambio ni crearnos falsas expectativas sobre aquello que amamos. Un amor puro y transparente, desinteresado y verdadero, independiente y honesto, en definitiva, un amor libre que no impida al otro tomar los caminos que la vida le ofrece. Aprender a amar sin pensar demasiado en el pasado ni dejar que el incierto futuro nos aterrorice con posibles despedidas lluviosas, con la sombra de la mentira y el desamor. Amar cada segundo sin pensar en el instante que ya pasó o en el instante que vendrá.


Declaración de independencia

Con la suela de tu zapato grabada en mi cabeza
vivo tres metros bajo tierra desde que ando enredada en ti
soy ahora el fantasmal despojo solitario de un corazón seco,
el alimento de tu sombra y de tu ansia implacable de ser un dios cualquiera
Se me olvidó confesarte una cosa, amigo: soy atea,
Disfruto quemando cruces y plegarias sordas,
Blasfemo contra tu nombre en cada pensamiento
Preparo pócimas de alfabetos y aúllo conjuros en verso
Puedo salir de mi cuerpo y desafiar el vacío ciego
Hice un pacto conmigo misma y ya no puedo venderte mi alma, lo siento
¿Quieres creer en mí, amigo?
¿Puedes creer en mí?

He coleccionado negativas durante tanto tiempo
Tengo docenas de álbums con las instantáneas del dolor
También guardé en un cajón miles de mea culpa sin estrenar pensando que eran míos
Pinté en mi espejo a un Saturno devorándose a sí mismo
Ya ves, tengo otras aficiones además de estar contigo
Juego a mentirme sobre tu vida
Me apasiona el ajedrez telepático
Tengo mascotas que son voces en mi cabeza
También diseño laberintos con las letras de tu nombre y con el mío
Practico deportes varios como la flagelación o esta pseudopoesía que es tuya
¿Quieres jugar conmigo, amigo?
¿Quieres hundirte conmigo, amigo?





lunes, agosto 16, 2004

Cualquier acción es una protesta...decía Oliveira

Cualquier acción es una protesta...decía Oliveira mientras andaba perdido en su rayuela infinita.

Protesto enérgicamente por el mundo en el que me ha tocado vivir. Lo siento pero no lo entiendo. Veo dinero, televisión basura, contratos de mierda, abusos sexuales, maltratos psicológicos, analfabetos sin oportunidad alguna y estúpidos sentados en el trono real con un cheque en blanco por bandera y un séquito de almas sin dignidad que les lamen el culo por un trozo de pan. Veo sistemas políticos que juzgo ineficaces y totalmente obsoletos, veo religiones cubiertas con una capa dorada y pudriéndose en su interior, veo dinero sucio dinero. Veo desigualdad allá donde miro, envidias, ambiciones que no entienden de sentimientos nobles, manipulación de masas, esclavitud impuesta de 8 AM a 7 PM con derecho a catorce pagas y escasas vacaciones y, por supuesto, avisar con quince días de antelación en caso de. Miro y veo (aunque sería mejor arrancarme los ojos) gente insatisfecha, largas colas ante el diván de un psicoanalista o ante la mesa con tapete rojo de alguna miserable vidente ciega y muerta de hambre.

Veo veo, ¿Qué ves? una cosita...y ¿qué cosita es? Veo niños crueles, pequeños tiranos de unos padres con talonario flojo y conciencia sucia. Veo profesores deprimidos, insultados por sus alumnos consentidos, sin motivación alguna por salirse del temario estipulado y hablarles a los niños de otra cosa más humana que no sean los elementos de la tabla periódica (de los que nadie se acuerda después) o los reyes visigodos o los morfemas. Veo niños sentados en los pupitres con cara de hastío, no les importa para nada que la segunda guerra mundial o que la clasificación de las especies según su morfología. Sé que a los profesores tampoco les importa ya y así vamos.

Veo veo¿Qué ves? una cosita y ¿qué cosita es? veo adolescentes enloquecidos por las calles, niñas de 12 años vestidas de cuero que parecen putas, chiquillos de apenas 13 que se han afeitado la cabeza y llevan su piedra de hachís en el bolsillo y no saben lo que se meten o beben como hombretones en las tabernas de camareros demasiado cansados para protestar. Veo confusión, en sus ojos hay confusión y un adormecimiento profundo de sus mentes que hace tanto que no piensan, pero les está bien así.


Veo veo¿Qué ves? una cosita y ¿qué cosita es? Veo una generación de veinteañeros encogida por el miedo, por el ateísmo que les arrebató a cualquier ídolo ante el que pdoer psotrarse y sentir que aún tiene sentido todo esto, una generación de almas perdidas entre la falsa publicidad de un paraíso idílico y los contratos humillantes con sueldos más humillantes. Veo a personas que acaban de entrar en la vida real sin manual de instrucciones ni mapa ni brújula ni un remoto servicio de emergencias al que pdoerse asir en caso de caído fulminante. Veo a chicos y chicas de veintitantos sentados en el sofá de casa, de la casa de sus padres, buscando primero un trabajo y después un piso compartido de alquiler del que desisten inmediatamente por falta de liquidez y exceso de comodidades a las que renunciar en pos de la independencia soñada.

Veo veo¿Qué ves? una cosita y ¿qué cosita es? Veo rebeldes convertidos por la edad en empresarios adineradsos y sin una sombra de humanidad, veo padres de familia que no llegan a fin de mes mientras los niños lloran porque tienen hambre o porque quieren el nuevo juguete demasiado caro que anuncian en la tele, veo mujeres maltratadas que no pueden huír de su verdugo porque tienen miedo a enfrentarse con la vida que les espera más allá de la correa y el "¿me has preparado la cena, cariño?. Veo indigentes soportar estoicamente el desprecio de alguien que lanza unas monedas de 20 céntimos mientras aparta la mirada de las llagas purulentas que hay en la piel del mendigo y siente que su conciencia acaba de atravesar un túnel de lavado rápido por este módico precio, qué fácil. Veo inmigrantes en busca de un Edén extranjero que ha resultado ser otro infierno con anuncios de Coca Cola en cada balcón y permisos de trabajo imposibles de conseguir...

Veo veo¿Qué ves? Creo que por hoy no veré nada más, ya me arranqué los ojos.

(aunque un día de estos los colocaré en su sitio de nuevo y seguiré informando sobre lo que veo.Continuará...)