miércoles, mayo 26, 2004

De laberintos, espejos y otros terrores

Un@ no se levanta un buen día y decide construirse un laberinto de espejos rotos en su jardín porque sí. Hay una fuerza, en alguno de los otros niveles de realidad, que ha planificado cuidadosamente este encuentro entre el ser y el laberinto. Le instala en sus pies una alfombra verde de caminos fractalizados y muros desconcertantes y sólidos como iceberg. Pero este truco arquitectónico es solo un ilusorio indicio de lo que viene después, entre o desde el laberinto. Los espejos, esos impostores ciegos y mudos que afirman ser nosotros con cada uno de sus gestos copiados a la perfección, haciendo gala de una disimulada pero no menos horrible actitud burlona. ¿Qué tendrán los espejos que hechizan las almas?¿Cuál será su secreta estrategia, su finalidad última, su motivo irrefutable por el que decidieron instalarse entre nosotros? Después de tantos interrogantes aflora en mí una sensación aguzante de complot, una manía persecutoria que carga mis espaldas con espejos y clava sus pedazos en mis pies descalzos. Es quizá también el horror de sentirse desdoblado ante un cristal, atracado por una luna que pretende arrancar mí identidad i aprisionarla entre una cárcel de luces...

(continuará)

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