miércoles, febrero 23, 2005

El oráculo y los encuentros con los libros



Oráculo

Está escrito que los que no tienen futuro
no pueden conocer su futuro.
Por piedad los que no tienen futuro no pueden conocer su futuro.
Pero tú no eres un desheredado, tú tienes futuro,
tú ya sólo tienes futuro.

Entre los dioses se derraman los granos de sal,
las nubes se dispersan en formas cada vez más caprichosas,
chocan contra la pared los huesecillos marcados,
en el carcaj cada una de las tres flechas da en el blanco,
sube en lentas espirales el humo de la carne quemada,
las gotas de cera caliente arremolinan la superficie del agua,
arde la cabeza de burro y los demonios están a punto de hablar,
chisporrotean las hojas de laurel,
le quitan la venda al niño y el espejo se llena de presagios.

Escucha cómo estallan en la palma de la mano unos pétalos de rosa.
Mira cómo entre el anillo de Numa Pompilio en la copa de agua;

mira cómo el gallo salta en el círculo de trigo.
Mira, la semilla de amapola cae sobre las brasas
y se retuercen las vísceras de tu peor enemigo.
Observa cómo el reo lentamente mastica asustado pan de cebada.

Todo está escrito para ti.
No hay mancha o movimiento
que no sea una tenue o fugaz línea de tu libro.
El relámpago mismo es una de ellas.
Todo, absolutamente todo, es huella tuya.
Dondequiera que estés, estás en Delfos, estás en Dodona.
Cuanto toques o veas o respires es un libro, un solo libro.

Todo está escrito para ti.
Tu sueño no se queda encerrado en la noche.
En tu noche ya amaneció, en tu noche ya es de día,
hay siempre un gran sol en tu noche.
La mujer embarazada lee el temblor de la llama en el agua.
En el altar de sacrificios pican el hígado.
Ya es ayer y mañana y hoy y toda tu vida.
Relinchan los caballos
y las entrañas del pescado.
La tormenta no desperdicia sus rayos.
Suenan ya las marcas adornadas con plumas.
Los muertos escuchan cada pregunta tuya
con sus enormes orejas de ceniza.
La serpiente se mueve estirando el metal de sus anillos
y escribe lo que también está escrito en las letras de tu nombre
y en el vuelo de las aves.

Mírate en todos estos espejos.
No hay nada que no sea sombra tuya.
No hay nada que no se parezca a tu sombra:
un libro abierto al azar,
las cartas con su escalonada sorpresa,
el Y King,
las llamas que mantienen su verdad como un número,
las líneas de la mano que repiten las líneas de la mano,
el golpe exacto de los dados,
la vara de avellano que nos acerca al manantial,
el dedo que tal vez cae como una flecha sobre este verso.

Octavio Armand
Caracas, 14 de junio 1984




No eres tú quién encuentra un libro, es el libro el que te ha perseguido durante largo tiempo. Siempre al acecho, ha seguido cada uno de tus pasos , ingenuo lector, y ha esperado el momento idóneo para posarse disimuladamente ante tus ojos, en el rincón oscuro de tu estanteria. Ha esperado la ocasión propicia para dejarse caer en tus manos, dejándote creer que tú lo has elegido hace un par de horas en la librería de viejo del barrio gótico. Ha susurrado a tu oído las embriagadoras primeras palabras, te ha tendido un puente hacia ese otro mundo del que nada sabes excepto unas pocas frases por estallar y un título poco convencional y algo encriptado. Y tú, lector, te has sentido algo drogado. Has creído caer en el trance dulce de ese primer capítulo, has caído en la tentación y quedarás para siempre condenado, aunque tú ni lo intuyas, maldito y condenado al hechizo de sus palabras venenosas. Entonces ese libro quedará pegado a ti por los siglos de los siglos, a veces será un severo y fatigoso lastre, a veces será un buen compañero de viaje y sabio consejero. Si tienes valor, intrépido lector, quizá algún día reúnas la suficiente fuerza como para quemar el libro, lo deseaste más de una vez durante el camino. Si eres astuto y llegas a dominar el arte del silencio, quizá llegues a oír su mensaje secreto, puedas entender qué significan sus laberintos de tinta, aprendas a leer entre sus líneas. Pero no importa, lector, cuál sea el destino de tu libro y , dicho de paso, tu destino. No importa que lo quemes, que lo recites en voz alta antes de ir dormir, que tritures cada una de sus páginas y anotes estúpidas ideas y dibujitos sonsos en los márgenes arrugados. Lo único importante es que, tal vez, un día como hoy, abras aquel libro mientras baila cualquier pregunta grave en tu cabeza. Abrirás a ciegas por una página cualquiera y dejarás caer el azar de tu dedo sobre cualquier lugar, en cualquier letra. Abrirás los ojos y mirarás, curioso, y entonces podrás leer la respuesta de tu oráculo preciosamente encuadernado. Quizá el azar te depare algunos versos como estos:



Él proclama, "soy tu amigo",
que no tienes protector".
A causa de su gran compasión, vive como si abrazara el mundo entero.

¡Oh, maestro!, eres tan compasivo
y cariñoso y dispuesto a actuar
amorosamente sin pereza
¿qué otro es parecido a ti?

Eres el protector de todos los seres vivientes,
el benefactor del mundo entero
Los seres se derrumban porque
no buscan tu protección.

Incluso asistes a los más menesterosos
si han adoptado correctamente tu enseñanza.
Aparte de ti
nadie conoce estas enseñanzas beneficiosas.

Tú has comprendido verdaderamente
todos los factores externos o poderes.
Porque ellos no han adquirido los poderes internos,
las personas corrientes, permanecen sujetas al sufrimiento.


fragmento del Varnarha-varnastotra

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