sábado, mayo 28, 2005

Desconectada


Como un ermitaño, como la rosa del pequeño príncipe en su campana de cristal, como el aire que habita las burbujas, huidiza, extranjera en todas partes, de vuelta de la vida y empujada por las corrientes submarinas, sin noticias del mundo y con intercambios de palabras vacíos, algo sombría vivo en estos últimos tiempos pero no pasa nada por arrastrarse un poco de vez en cuando por el asfalto y enterrarse de nuevo en el estiércol para curar la hidropesía. Y sé que volveré al laberinto cuando estalle esta maldita primavera y de nuevo recorreré sus caminos y temeré los espejos hasta rebentarlos y dejaré que la magia caiga sobre las letras y sobre las cabezas que asoman. Disculpen las molestias, pero tuve que salir corriendo por la puerta de emergencia de mi dédalo. Juro volver en breve para seguir tirando del hilo.


L de laberinto 1 - Roberto González Fernández




L de laberinto 2 - Roberto González Fernández


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las esquinas muertas de las calles vacías de las ciudades inhertes de los pueblos ensengrentados de las naciones partidas de un mundo que no es el mio. Este es el final, mi único amigo, este es el final.

Laia dijo...

this is the end, my only friend, the end...pero al final, siempre hay una puerta por la que asomarse a otro país, aunque con las mismas esquinas muertas y las mismas calles desiertas, pero otro país...