Fukanzazengi - Eihei Dogen
martes, abril 28, 2015
Así de simple, así de fácil
viernes, abril 17, 2015
Gran Océano
jueves, enero 01, 2015
Fukanzazengi de Eihei Dogen
Fukanzazengi - Eihei Dogen
miércoles, agosto 27, 2014
Reunión de egos
domingo, abril 29, 2012
Mandala
viernes, enero 21, 2011
Dragones y superhéroes
martes, julio 20, 2010
Who are you?
Who are you?
I know all the paths that lead me to your deepest thoughts
I’ ve seen your darkness and your most secret tenderness
I’ ve touched your dawn and felt you as a new born
I’ ve cried for your death before it occurs
And seen you as an ancient
Walking slowly and staring at the strange faces,
Carrying all the weights in the world uppon your shoulder.
Stunned in front of the human beings
Asking to yourself : Who am I? what a hell is all that shit?
What am I doing here? Where will I go when it all ends?
Who are you?
I’m still trying to guess it…
Who are you?
I’ ve seen just a shadow of your miseries,
I’ ve spied your dreams and your real face throught a peephole
I’ ve been puzzling out the pieces of that weird kaleidoscope
Trying to solve your unsolved equation
Astonished in front of your enigma.
Who are you?
I’m still waiting for an answer…
Who are you?
Conozco todos los caminos que llevan
He visto tus tinieblas y tus ternuras más secretas
He tocado tu amanecer
Y te he visto como a un anciano
Andando lentamente y mirando fijamente a los rostros extraños
Cargando todos los pesos del mundo en tus hombros
Pasmado ante los seres humanos
Preguntándote:
¿Qué estoy haciendo aquí?¿Dónde iré cuando todo esto acabe?
¿Quién eres?
Aún estoy tratando de adivinarlo…
¿Quién eres?
He visto sólo una sombra de tus miserias,
He espiado tus sueños y tu verdadero rostro a través de una mirilla
He estado encajando las piezas de este extraño calidoscopio tuyo
He estado tratando de resolver tu irresoluble ecuación.
Pasmada ante tu enigma.
¿Quién eres?
Aún espero una respuesta…
¿Quién eres?
domingo, julio 18, 2010
sábado, junio 26, 2010
Ella baila entre los muertos
Danza
Ella baila descalza entre los muertos.
Sacude la memoria y las nostalgias,
despierta a los que ya no están
y danza.
Repite una y otra vez el ritual de la tristeza
y trata de ahondar en las imágenes
para poder entender los adioses precipitados,
para poder llevar a cuestas el vacío,
para sentir que,
aunque sin carne,
sigue la vida.
Ella asume que es el ojo del mundo
y que está sola,
que no hay retorno posible
ni máquinas del tiempo
ni álbumes de fotos
en los que poder colarse.
Sabe que,
desde algún lugar fuera del espacio y del tiempo,
ellos la observan y sienten también
las punzadas de soledad que le amenazan.
Parece que el tiempo se volvió loco
y corre a la par que se congela,
a veces no avanza
y a veces vuela.
Y, además,
los papeles por todas partes
le recuerdan esos días
que desea borrar del calendario
pero no puede,
están anclados para siempre,
tatuados con fuego en su piel
y en su recuerdo.
Ese sabor amargo,
la saliva áspera mezclada con lágrimas.
El sabor del miedo y de la muerte,
el sabor de saber que algo nefasto está llegando
y que no vale esconderse bajo las sábanas
y esperar que sea sólo un sueño turbio.
Ese olor aséptico a final
y esa luz mortecina inundando sus ojos.
Tantos sonidos:
pasos,
pitidos,
sollozos,
respiraciones urgentes,
voces y más voces
pronunciando palabras sin sentido,
puertas correderas
y automóviles asustados.
El tacto de una sábana impersonal
y de una mano sin vida,
el frío de un cuerpo sin sangre,
un aliento perdiéndose en la noche,
un último intento desesperado
por retornar del lugar sin retorno,
las últimas fuerzas desvanecidas entre sus manos.
Ella baila descalza entre los muertos,
navega por un mar oscuro de agonías.
Ella baila entre los muertos
y esquiva el dolor a duras penas.
Sola,
en paz pero en guerra,
perdida y sola
entre las nieblas de su vida.
Ella baila entre los muertos
y siente que los muertos la miran,
bailando descalzos entre las nieblas.
Ella baila,
descalza,
entre los muertos
mientras arranca una a una las memorias
y bailan, descalzos, para ella
los muertos que ya no volverán.
Laia Blanch